sábado, 31 de diciembre de 2011




"El neurótico, tanto si puede producir como si no puede, padece fundamentalmente porque no puede o no quiere aceptarse a sí mismo, aceptar su propia individualidad, su propia personalidad. Por un lado se autocritica excesivamente, por otro se idealiza en exceso, lo que significa que exige demasiado de sí mismo, de su perfección y que el fracaso le impulsa a criticarse todavía más. Si tomamos este tipo frustrado, como para nuestros fines presentes y lo comparamos con el artista, vemos claramente que el artista es, en cierto sentido, la antítesis del tipo de neurótico autocrítico.

No es que el artista no se autocritique, sino que parte de la aceptación de su propia personalidad y que por ello no sólo alcanza lo que el neurótico persigue en vano, sino que va incluso más allá. La condición previa indispensable para la personalidad creadora es, por tanto, no sólo la aceptación, sino incluso la glorificación de sí mismo."

El artista, Otto Rank

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades para los amigos del blog.

lidiaazul dijo...

Sin embargo, viendo algunas reacciones en las redes sociales, algunos comentarios callejeros o leyendo entrelíneas algunas notas en los principales diarios tradicionales uno comienza a intuir que más allá de las ideas políticas, más allá de las diferencias ideológicas, más allá de los colores y las banderas, hay en una buena porción de los argentinos un “odio cósmico” –como decía Héctor Oesterheld– contra los líderes populares difícil de desanudar. Para mí ese límite es la celebración del dolor ajeno. Entiendo, incluso, las justificaciones que en determinado momento distintos grupos o personas se inventan para ejercer el mal y la violencia. Pero no puedo concebir, todavía, cómo alguien puede celebrar el dolor ajeno. Comprendo el dolor y la muerte como un hecho trágico, pero jamás como una ocasión para el brindis barato. Perdonen mi ingenuidad, pero soy de aquellos –como tantos otros millones– que no festejan ni siquiera las muertes de los dictadores. Siempre recuerdo al gran escritor vasco Miguel de Unamuno, simpatizante de los franquistas, cuando escuchó gritar al inefable general José Millán-Astray “¡viva la muerte!” Automáticamente, se levantó de su asiento y acusó al militar en silla de ruedas de “inválido” espiritual. Yo creo que aquellos que celebran estos días son, aunque estén abrazados a símbolos sacros de cualquier tipo, “inválidos espirituales” y sólo pueden demostrar sus propias miserias y las heces con las que están construidos.ES EXACTAMENTE ESO. uNA VERDAD IRREFUTABLE. hIENAS SON LOS Q EL DOLOR AJENO ALEGRA

Anónimo dijo...

El verdadero artista está comprometido con la sociedad. No importa a qué dirección ideológica apunte. El hecho de su compromiso social, le va a traer más problemas de lo que la persona quisiera.

Anónimo dijo...

Si bien es posible ponerse de acuerdo sobre algunas de las características principales comunes, cómo estas características se implementan en nuestras vidas, la importancia que les damos, y lo que consideramos de importancia primaria o secundaria, depende de cada uno de nosotros. Esto varía de acuerdo a nuestra situación única, en nuestra personalidad y en nuestra experiencia previa. Alguien que ha sido un artista completo puede que en su vida no se vea de tal forma. Asimismo, alguien que está tomando conciencia de serlo, puede que termine actuando como tal. Al final, todos los artistas son individuos únicos y cada uno de ellos tiene una idea diferente de lo que significa serlo.