El viaje
Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos en un hospital de Barcelona, dice que el primer gesto humano es el abrazo. Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés manotean, como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos, dicen que los viejos, al fin de sus días, mueren queriendo alzar los brazos.
Y así es la cosa, por muchas vueltas que le demos al asunto, y por muchas palabras que le pongamos. A eso, así de simple, se reduce todo: entre dos aleteos, sin más explicación, transcurre el viaje.
Mano de obra
Mohamed Ashraf no va a la escuela.
Desde que sale el sol hasta que asoma la luna, él corta, recorta, perfora, arma y cose pelotas de fútbol, que salen rodando de la aldea paquistaní de Umar Kot hacia los estadios del mundo.
Mohammed tiene once años. Hace esto desde los cinco.
Si supiera leer, y leer en inglés, podría entender la inscripción que él pega en cada una de sus obras: Esta pelota no ha sido fabricada por niños.
Indicios
No se sabe si ocurrió hace siglos, o hace un rato, o nunca.
A la hora de ir a trabajar, un leñador descubrió que le faltaba el hacha. Observó a su vecino que tenía el aspecto típico de un ladrón de hachas: la mirada, los gestos, la manera de hablar...
Un día después, el leñador encontró su hacha, que estaba caída por ahí.
Y cuando volvió a observar a su vecino, comprobó que no se parecía en nada a un ladrón de hachas, ni en la mirada, ni en los gestos, ni en la manera de hablar.
El Miedo
Una mañana, nos regalaron un conejo de indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.
Eduardo Galeano.
1 comentarios:
El segundo cuento es un bajón :(
Publicar un comentario