sábado, 27 de agosto de 2011

Conflicto y cambio social


Las llamas del fuego centellean en la oscuridad cuando el jefe Kanhonk se sienta, como viene haciendo desde hace muchos años cuando acaba el día, preparado para comenzar una velada de animada charla. Este es el momento en el que los Kaiapo, una pequeña sociedad de la selvática región de Brasil, celebran sus tradiciones. Debido a que los Kaiapo forman una sociedad tradicional sin lenguaje escrito, los ancianos dedican las tardes alrededor de la lumbre para enseñar su cultura e instruir a sus nietos. Antiguamente, las tardes como ésta se dedicaban a las historias de los valientes guerreros Kaiapo que luchaban contra los comerciantes portugueses que iban en busca de esclavos y oro, pero con el paso del tiempo ya sólo se reúnen unos pocos habitantes para celebrar los rituales vespertinos.
“Es el Gran Espíritu”, dice uno de los hombres, que intenta explicar la escasa presencia de sus vecinos. El “Gran Espíritu”, efectivamente, ha descendido para quedarse entre ellos; su resplandor azulado sale de las ventanas y se extiende por todo el poblado. Los niños y niñas, y también muchos adultos están VIENDO LA TELEVISIÓN.

Las consecuencias de la instalación de una antena parabólica en el poblado han sido mayores de lo que cualquiera imaginaba. Finalmente, lo que sus enemigos no consiguieron hacer con los Kaiapo con las armas, puede que lo esté consiguiendo la televisión.

Ellos son uno de los 230.000 pueblos indígenas que habitan lo que hoy es Brasil. Son conocidos por las impresionantes pinturas corporales que llevan, y por las vestimentas ceremoniales que se ponen. Últimamente, se están enriqueciendo gracias a las minas de oro y la explotación de caoba en la zona. Pero, ahora tendrán que decidir si su reciente fortuna es una bendición o una maldición.
Para algunos, la riqueza ofrece la oportunidad de aprender sobre el mundo exterior a través de los viajes y los medios de comunicación; para otros, como el jefe Kanhonk, el tema no está tan claro. Sentado alrededor del fuego, piensa en voz alta: “He dicho muchas veces que la gente debe comprar cosas útiles, como cuchillos o cañas de pescar. La televisión no llena el estómago; sólo enseña a nuestros hijos y nietos las cosas de los blancos”. Bebtopup, el sacerdote más viejo, asiente: “La noche es el momento en el que los viejos enseñan a los jóvenes. La televisión nos ha robado la noche”.

Simons, 1995: 471.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vivimos un periodo de cultura chatarra, éxito rápido de personajes que son estrujados para luego ser desechados cuando ya a nadie le interesa. Y por si fuera poco, esta fama mal habida, les pesa como mochila llena de piedras y cuando ven que se les pasa el cuarto de hora, se valen de los más bajos trucos televisivos para mantenerse dentro de las pantallas.
Por último, aún tengo el control remoto con pilas y sagradamente pagada la cuenta de mi sistema de cable, para poder cambiar mi dieta televisiva a destajo y no vivir sufriendo por ver chatarra en gran parte del día.

Anónimo dijo...

Que alguien le avise a Moria que Sofía Gala está dada vuelta con la droga.

Anónimo dijo...

Si cultura es todo lo que existe y no como sostienen muchos, que es solo lo que identifica a ciertos partes del universo, ¿como creen algunos individuos que la cultura mas grande es la de Europea?.
la cultura es tambien conocimiento, sabiduría, aprendizaje, y la sociedad con la llegada de la tecnología esta revolcando la cultura. la tv, y demas medios de comunicación estan haciendo de la sociedad un desorden. Es por eso que se dice que los canales tienen programas que enseñan, pero la tv no enseña, y es esto lo que los pedagogos en un punto buscan, y es: “enseñar a ver tv”